El lugar, la materialidad y la forma
Como fenómeno multidimensional e interdisciplinar, la arquitectura no solo se limita a la construcción de edificios en sí, sino que también involucra una comprensión profunda del lugar, las costumbres, la temporalidad, la materialidad y la forma.
El lugar, la base de esta relación simbiótica
La importancia del lugar en la arquitectura
El lugar es un aspecto fundamental en la arquitectura, determina la ubicación física del proyecto a desarrollar, y tiene consigo una conexión con el entorno circundante y una relación estrecha con el contexto cultural, social y ambiental. Como arquitectos debemos considerar el lugar en todas sus dimensiones para garantizar que nuestros diseños se adapten al contexto específico y que respetemos las características únicas que hacen del lugar donde proyectamos algo especial e irrepetible.
El lugar como fuente de materialidad
La materialidad es un elemento clave en la arquitectura, influye en la apariencia de lo que proyectamos, la función y la durabilidad de la estructura y la envolvente del proyecto. El lugar puede ser una fuente de materiales locales que nos permitan diseñar estructuras que se integren naturalmente con el entorno del proyecto, a su vez, los materiales locales pueden adaptarse con mayor facilidad a las condiciones climáticas y geológicas especificas del sitio a construir. El uso de materiales locales, según su manufactura, puede ayudar a reducir el impacto ambiental de la construcción y producir una menor huella de carbono promoviendo prácticas arquitectónicas más sostenibles y éticas.
El papel de la materialidad en la arquitectura.
Por materialidad entendemos a la elección y uso de materiales en la arquitectura, y, en cómo estos influyen en la estética, el rendimiento y la percepción de un edificio. La materialidad también puede ser un medio para expresar la identidad del lugar, reflejar su historia y cultura. Un ejemplo claro son las construcciones en arcilla, características de cada cultura y con procedimientos constructivos específicos de cada contexto sociocultural. El uso de piedra en una arquitectura más vernácula, pretende ser una manifestación de la geología local y técnicas constructivas también tradicionales de cada lugar.
Materialidad y forma: Una relación sinérgica.
La materialidad y la forma están estrechamente relacionados en nuestras construcciones. Los materiales elegidos influyen en las posibilidades formales y estructurales de un edificio. Por ejemplificar la relación, el uso de la madera en una estructura puede permitir una mayor flexibilidad en la forma, mientras que la rigidez de una piedra nos permite formas más regulares y sólidas.
Al reconocer y estudiar las propiedades y limitaciones de cada material, como arquitectos podemos diseñar estructuras que maximicen su potencial y se adapten a las condiciones específicas del lugar. Comprendiendo los procedimientos constructivos locales, y la materialidad podemos mejorar la sinergia entre el proyecto y el lugar. No necesariamente encontrar esta relación sinérgica invita a la creación de una arquitectura vernácula que nos evoque al pasado y un estilo constructivo en específico, sino, podemos ver la arquitectura de Alvar Aalto, mi estimadísimo Francis Kéré, Geoffrey Bawa, Ing. Eladio Dieste 😄, Alvaro Siza y Tadao Andō, entre otros.
La forma en la arquitectura
La forma es el resultado de la combinación de la materialidad y el lugar, y se refiere a la geometría, la volumetría y la espacialidad de nuestras construcciones. Forma, puede ser una expresión de la función, la cultura y el entorno, y, ha de ser considerada cuidadosamente para garantizar que los edificios se integren armoniosamente en su contexto y refleje lo único del lugar donde se implantan. La forma evoca respeto. Además, la forma puede reflejar la función y las necesidades programáticas de un edificio, así como su relación con el espacio público y privado.
La forma como respuesta al lugar ¿la forma sigue a la función? Le pregúnto a Sullivan
La premisa de que la forma sigue al lugar sugiere que como arquitectos debemos diseñar estructuras que se adapten al entorno físico, cultural y social en donde se implantan. Esto implica que la forma de un edificio debe ser influenciada por el paisaje, el clima, las condiciones geológicas y la historia del lugar. Al reconocer la importancia del lugar en la arquitectura se puede lograr una integración más profunda entre la forma, la materialidad y el entorno. Generalmente la clave se encuentra en abstraer correctamente las “verdades” de cada lugar.
En definitiva…
La capacidad de adaptar la forma de un edificio al lugar y su materialidad es esencial para lograr una arquitectura contextual y sostenible. Nuestra elección en los materiales y procedimientos constructivos influye en la forma del edificio y en la capacidad de éste en adaptarse con su entorno. Debemos entender las limitantes y características de cada material para desarrollar proyectos acordes, y que las características formales del edificio no obstruyan con el funcionamiento formal del mismo o su estructura y envolvente.
Una forma arquitectónica bien diseñada puede establecer conexiones visuales y espaciales con el entorno circundante, así se crea una relación dinámica entre el edificio y la zona donde se implanta. Cierto dinamismo se da en la abstracción de las formalidades de la zona adaptar lo vernáculo con la identidad propia del arquitecto. La escala, orientación, geometría y demás factores que le otorguemos a una construcción pueden diseñarse de forma que se integre y dialogue con los edificios circundantes, asimismo, que dialogue con las personas, sus usuarios e invitados. Como arquitectos, podemos contribuir a la generación de entornos cuidadosamente construidos que sean visualmente coherentes y estéticamente agradables, debería ser parte de nuestra responsabilidad ética de que esto sea así.
Referencias
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