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Saber Mirar – Pérez Siquier

Izquierda: La Chanca, Almeria, España, 1960 Derecha: Marbella, España, 1974
Izquierda: La Chanca, Almeria, España, 1960 Derecha: Marbella, España, 1974

Un pequeño homenaje a Pérez Siquier mediante la comparación de dos fotografías que considero icónicas del fotógrafo que fallece este 12 de septiembre.

Saber Mirar

Los ojos, a menudo son el elemento principal en la fotografía de retrato. El impacto que la mirada tiene sobre la imagen afecta la sensibilidad de quien la observa y genera una atmosfera, surge una conexión. El retrato al niño de La Chanca en la fotografía de Siquier posee esta característica. Una mirada que penetra en los ojos del espectador provocando una atmosfera con cierto sentimentalismo. Este impacto especial que la fotografía tiene sobre nosotros es lo que Roland Barthes denomina ‘Punctum’. Este término utilizado, de forma constante, en su libro ‘La Cámara Lucida’, hace referencia a los elementos de la fotografía que llaman la atención más allá de lo ordinario. Es ese algo que profundiza, que despierta los sentimientos y genera una conexión con el espectador. Ese elemento, incluso, puede llegar a lastimarnos por la historia que nos transmite.

El impacto en la mirada del niño se manifiesta por la forma en cómo se construye el relato, la composición. En una suerte de reflejo de la realidad que se transmite de La Chanca, Siquier utiliza pocos elementos para contarnos su historia. La mirada pálida, y el niño que la posee vestido de blanco, se ubican en el tercio inferior de la imagen. Detrás del niño, un fondo de lo que parece una pizarra negra con rayas fuertemente marcadas por algún elemento punzante.

La proporción de los elementos, y la ubicación del niño hace que en primer lugar nuestros ojos visualicen el fondo negro con lo que suponen ser las grietas del poblado. Sin embargo, la atracción por la mirada del niño es instantánea debido al espacio negativo que deja Siquier a su izquierda. Como si esas rayas representaran el pasado complejo del niño. El Punctum de la fotografía es la mirada del niño, en parte desgarradora, pero con cierta alegría de que, tal vez, fuese la primera vez que fue retratado. La escena es simple, pero sublime.

La chica en reposo, llena de color, representa un relato totalmente diferente. El momento retratado refleja una época y una realidad que dista respecto a la realidad que presuntamente vive El Niño de La Chanca. El mensaje, el relato, la composición y las proporciones de la imagen cambia. La chica, de tonos pastel, cae sutilmente sobre una reposera en una suerte de descanso que refleja a una sociedad de ocio y relajación. Sobre una base cuadrada, la composición de Siquier plasma una cuasi simetría axial donde la relación entre el fondo y el sujeto no se da por el contraste de la imagen como en la fotografía del niño, sino, en la danza de los brazos de la chica cuyas manos se alzan sobre su cabeza y se dejan caer por sobre el elemento que la sostiene.

La escena de descanso, en la chica, también se manifiesta mediante la lectura de los ojos cerrados y los labios entreabiertos. Una postura que es justamente la contraria a la del retrato a del niño donde los ojos están bien abiertos, con esa mirada penetrante, y la boca cerrada. La ropa en ambos retratos se encuentra suelta, caída. Sin embargo, la historia que nos cuenta la vestimenta de ambos personajes no es equidistante. La ropa del niño, aunque suelta, se encuentra usada, manchada y con dobleces que reflejan cierta desatención. Mientras que, la ropa de la chica, aunque suelta, combina perfectamente con los demás elementos que ella viste. Aunque su ropa de baño este suelta y caída, parece nueva. Los dobleces desatendidos en la ropa de la chica son un reflejo de la situación de ocio y despreocupación que vive en la playa.

Sin embargo, la decodificación del mensaje y el significado que nos quiere transmitir Siquier en las imágenes puede cambiar de acuerdo con las expectativas o realidades del lector. El mensaje se ve alterado según la forma en como recorremos la fotografía.

Al igual que en “Las Babas del Diablo” de Julio Cortázar, la decisión por interpretar el relato, y la realidad, que se nos presenta en una imagen es responsabilidad del lector.

Por otro lado, la fotografía plantea la dualidad de ser y no ser. Es en tanto la tenemos para contemplar. Y no es, en tanto entendamos la fotografía como la opinión del fotógrafo que plasma su pensamiento a través del objetivo de su cámara (Avedon, 1985). El relato se torna relativo.

Cabe destacar que somos lectores condicionados por nuestra experiencia, conocimiento y sentimientos. Al igual que en el texto de Cortázar se superponen dos realidades, la del fotógrafo y la del retratado. En la interpretación se añade una tercera realidad que se enmascara en quien analiza las imágenes. Sin embargo, es posible, y necesario, decodificar el mensaje que el fotógrafo nos quiso transmitir.

De este modo, al observar una fotografía efectuamos un recorrido con nuestros ojos en vías de realizar una decodificación primaria de esta. Esta decodificación corresponde a la extracción del significado de la imagen, lo que transmite, lo que nos hace sentir.

Decodificar el fenómeno fotografiado supone volver a representar la realidad espaciotemporal que codificó el fotógrafo al utilizar su cámara. El movimiento de nuestros ojos sobre la imagen va a conformar el relato de la fotografía. Un relato que está condicionado por la estructura que se plasma sobre la imagen, la composición, y, por el recorrido de nuestros ojos.

La mirada del niño en la fotografía, junto con el nombre de la serie fotográfica de Siquier, nos invita a considerar la imagen con compasión y cierto dramatismo. Mientras que la mirada pícara y la forma en cómo se compone la fotografía nos permite reinterpretar su lectura y aludir a la sensación que nos transmite el retrato realizado por Elliott Erwitt, en su serie “American Black & White”, a una niña fumando, o el retrato de unos niños sosteniendo diferentes tipos de armas en la serie “Hip-Hop” de Martha Cooper.

De igual modo, múltiples lecturas son posibles en el análisis de la chica en Marbella. Por un lado, se visualiza una escena de ocio, descanso y placer. Mientras que el suspiro de la chica en la reposera, y la posición de los brazos, junto con los ojos cerrados, nos proporciona una escena de decaimiento y rendición frente a una vida con una dinámica insufrible. De acuerdo con esta postura, el Punctum de la imagen se ve manifestado en la postura de rendición de la chica.

Referencias

BARTHES R. (2009) La cámara lúcida. Barcelona: Paidos Ibérica

Si bien la nota se trata de fotografía, es de entender que la mirada del observador y del arquitecto ante diferentes tipos de espacio está condicionada a las expectativas, los conocimientos y los sentimientos de quienes observan y viven los diferentes espacios que mediante la arquitectura se pueden generar.

Como arquitecto me esfuerzo por impulsar una arquitectura innovadora y humana. Los conceptos que me rodean se basan en mejorar la calidad de vida de las personas independientemente del contexto donde se encuentren.

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